viernes, 14 de diciembre de 2007

“El innevitable plan de empresa”

Durante todo el mes de noviembre he dedicado especial atención a mis funciones empresariales.

De las cosas que en la actualidad soy, la que más me ha costado ser, ha sido empresaria.

Mi primer trabajo lo obtuve con 18 años, en Venezuela, en un banco. En aquellos momentos, y en aquellas circunstancias, podría haber realizado una buena carrera en el sector bancario. Pero recuerdo que, cada vez que cobraba mi nómina, pensaba que - no quería estar destinada a ganar únicamente un sueldo fijo el mes - y que por lo tanto prefería otras opciones como realizar algún tipo de negocio. Recuerdo muy bien que tomé esta decisión.

Regresé a España y, aunque desde entonces, toda mi vida laboral ha sido por cuenta propia, nunca, hasta hace muy poco, me había reconocido como emprendedora y siempre, en la medida de lo posible, he evitado ejercer como empresaria.

Ahora, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que mi mayor dificultad ha sido la re-educación de mi mentalidad.

Nací, crecí y me eduqué en un barrio obrero. Entre otras cosas esto generó en mí, casi sin querer, prejuicios básicos en relación con la clase empresarial.


En ocasiones he tenido socias cuya tradición familiar ha sido de emprendedores. La diferencia de mentalidad entre ellas y yo era considerable y desde luego fueron ellas las que crearon por mi, cada cuál a su manera, estructura empresarial.

Mi mente durante mucho tiempo se ha negado a pensar como empresaria porque desde luego desconocía las ventajas, la efectividad y el placer de hacerlo.

También desconocía algo tan básico como el “cómo” hacerlo.

Desde hace un par de años que, dándome cuenta de mi dificultad, he acudido a cursos y reuniones de índole empresarial, que me ha servido para captar el lenguaje y notar como otros conducen sus negocios y de que manera piensan.


Las comprensiones que he ido realizando son evidentes para cualquier persona que se mueva en el mundo empresarial. Y sin embargo para mí han sido muy significativas. Por ejemplo el hecho natural de que cualquier proyecto para su realización necesita financiación. Y también el hecho repetitivo de que dicha financiación se obtiene a través de un plan de empresa.

Cuando al principio escuchaba hablar sobre el plan de empresa, pensaba que únicamente era un protocolo para obtener financiación.

Después escuché a varios expertos contar que el plan era, además, una manera de ayudarte a conocer tu empresa, a organizar tus objetivos, a comprobar la viabilidad de tu negocio, etc…

Lo cierto es que, desde hace un año, cualquiera que haya sido la manera en que se nos ocurría desarrollar nuestro proyecto, siempre nos hemos topado con el hecho inevitable de tener que realizar un plan de empresa.

Ha sido difícil tomar la decisión de dedicar “tanto” tiempo para elaborar un plan de empresa. Pero era la única manera de conseguir la concentración necesaria para pensar en cosas en las que no había pensado nunca y responder a preguntas que creía que no sabría responder…


Así que, por fin hemos realizado un plan y sorprendentemente para mí, ha supuesto una experiencia extraordinaria.

Es difícil de explicar lo que ha ocurrido. Mi mentalidad ha cambiado y se ha reeducado. He podido ver nuestro proyecto no únicamente desde la perspectiva de la ideología y la aplicabilidad, sino también desde su funcionamiento en términos empresariales: mercado, segmentos, marketing, producto, informe financiero, activos, pasivos, balances, etc, etc…

Curiosamente, el uso y la comprensión de esta terminología a mi misma me ha informado de la viabilidad de nuestro proyecto, claramente, sin confusión. He pensado para 4 años y me he dado cuenta de que, después de esos 4 años volveré a pensar, y para entonces estaré deseando hacerlo.

Creo que a través del plan he podido obtener el sentimiento de seguridad que desde hace mucho tiempo estaba necesitando. Y este sentimiento se genera porque el plan me ha proporcionado una visión global del desarrollo de nuestro proyecto.

Actúa como marco de referencia para interpretar los diversos sucesos que se irán dando, obteniendo tiempo de respuesta, previsión de variantes, e incluso, opciones disponibles para el peor de los casos.

Siento que responder a las preguntas del plan me ha entrenado en percibir el mundo desde el prisma empresarial. Y creo entender que, este es el prisma desde el cuál los proyectos se hacen realizables.

Así que, me ha gustado la experiencia y me siento reconciliada, e incluso agradecida, al modelo empresarial.

Ahora puedo disfrutar más, haciendo lo que más me gusta hacer: sesiones, diseñar cursos, formar, escribir…..

Y desde luego, pienso disfrutar también dirigiendo CoachCreativo… mejorando servicios, ofreciendo novedades, creando equipo, y en definitiva, haciendo que, algo que merece la pena, exista y se desarrolle en el mundo.




- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

No hay comentarios: