
Quiero disfrutar de un buen momento, mientras escribo y me dejo llevar….
Me siento transitando… será por el inminente cambio de estación. Es como que el verano pasa inevitablemente, lo quiera o no, se transforma en otra cosa. Tengo la tentación de querer retener los días soleados. Pero se que no está en mi mano. Y esta inevitabilidad me pone melancólica y pensativa.
Curiosamente, me descubro a mi misma mirando hacia delante como si lo que me esperase fuera tarea..
Reconozco que aunque siento cierto pesar, no es una tarea que me desagrada. No, es una tarea emocionante. Es cierta pereza a que comience ya, cierta pereza hacia la concentración que requiere… y entonces es cuando noto la sensación de “in pass”. Aún no estoy allí, que bien, aunque los días no son tan soleados, y es entonces cuando me siento transitando, ni aquí ni allí, pero yendo inevitablemente hacía allí…
Reconozco que siento cierto placer con esto. Es como si, por instantes, el mundo se detuviera. Y esto, si me dejo llevar, me traslada de perspectiva. Sí. De pronto no estoy en las cosas, las cosas están en si mismas. Me sitúa en un lugar desde donde puedo ver, sin nitidez, como borroso, la historia de mi tiempo hacia atrás, y también mi tiempo hacia adelante. Lo que pasó, lo que pasará, como desde lejos, y además desde arriba.
Noto una sensación como de desapego temporal respecto a todo aquello en lo que me hallo implicada y ...de pronto me pregunto... “...si nada de esto importara, yo, ¿Qué querría?”...
Y me gusta mucho esto, porque de pronto todos los ingredientes que rodean mi trama personal se mueven libremente. Encuentro lo que me gustaría, como me gustaría vivir. Y desde luego me siento ensoñando...
Y como se que ensueño y no puedo evitar ser como soy y hacer lo que hago, lo que encuentro en el ensueño me hace valorar de pronto el tiempo que la situación de tránsito me proporciona.
El ensueño, la libre combinación de los ingredientes de mi trama vital, me hacen comparar lo que quiero o querría con que tengo, con lo que vivo, con lo que hago.
Noto que ya tengo algunas cosas. Algunas sensaciones del ensueño se corresponden con las que suelo sentir de forma cotidiana. Inesperadamente tengo más de lo que pensaba.
Y desde esta perspectiva noto claramente lo que no encaja, lo que no quiero o querría y noto, que podría estar tomando decisiones erróneas. También noto retos, lo que es importante que cambie, que sea diferente. Veo que algunas cosas podría pensármelas mejor, que podría obtener más de lo que quiero, si pongo atención…
Creo que todo esto es parte de construir dirección y crear disposición, antes de involucrarme directamente en lo que vendrá.

Lo interesante para mi está siendo notar que las etapas de tránsito, que a veces también parecen de no movimiento, de estancamiento, son interesentes para algo tan vital como ensoñar, curiosear, reflexionar y hallar asuntos interesantes relacionados con la posibilidad de crear algo mejor, generando además disposición de recursos respecto a las etapas por venir.
Vienen a mi mente situaciones de ensueño de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando realizamos tránsitos en tiempo real: en los recorridos cotidianos, como ir al trabajo, volver a casa. En el autobús, el tren, conduciendo, …. , mientras vas de un lugar a otro y el recorrido te resulta familiar… la mente se va… y estás en otra parte. Cuando llegas al lugar ni siquiera recuerdas el recorrido… y a veces tampoco donde estabas.
También acuden a mi mente algunos ejemplos de personas que, sin saberlo, ensueñan lo peor para ellas mismas. Mucho del miedo latente y a veces visceral e incompresible se genera a través de ensueños inconscientes, la mayoría de las veces basados en experiencias del pasado poco agradables, en muchas ocasiones mal interpretadas y que provocan un exceso de alerta en cuanto a las posibilidades futuras.
Ensoñar es hacer conscientes tus sueños. Es una actividad útil cuando sabes que estás soñando y cuando buscas en ello asuntos relacionados con lo que, independientemente de tu situación actual, serían tus deseos más profundos.
Entre otras cosas te ayuda a conocerte un poco más, notando, con curiosidad el libre circular de tu sentir más innato.
Y, de todas formas, al flirtear con las posibilidades futuras, algo que de vez en cuando me gusta hacer, es imaginar que no soy yo quien va hacia el futuro, sino que el futuro se mueve hacia mi. Esto me hace notar que hay mucho que puede pasar que no está en mi mano, como la inevitable llegada del Otoño. Y que al igual que el Otoño, eso, que es inevitable, pero no necesariamente malo, sino incluso, a veces todo lo contrario, hará algo conmigo. Así que no todo depende de mi.
Por el momento, Enric y yo, no hemos podido resistir la tentación de alargar el verano, y, con pinceladas de otoño, y sobre todo con la intención de, por un instante más largo, detener el mundo, nos vamos unos días a las playas de los Caños de Meca.
Volveremos recargados, renovados… y con la mejor disposición para continuar con nuestro proyecto a partir del 25 de Septiembre...
Me siento transitando… será por el inminente cambio de estación. Es como que el verano pasa inevitablemente, lo quiera o no, se transforma en otra cosa. Tengo la tentación de querer retener los días soleados. Pero se que no está en mi mano. Y esta inevitabilidad me pone melancólica y pensativa.
Curiosamente, me descubro a mi misma mirando hacia delante como si lo que me esperase fuera tarea..
Reconozco que aunque siento cierto pesar, no es una tarea que me desagrada. No, es una tarea emocionante. Es cierta pereza a que comience ya, cierta pereza hacia la concentración que requiere… y entonces es cuando noto la sensación de “in pass”. Aún no estoy allí, que bien, aunque los días no son tan soleados, y es entonces cuando me siento transitando, ni aquí ni allí, pero yendo inevitablemente hacía allí…
Reconozco que siento cierto placer con esto. Es como si, por instantes, el mundo se detuviera. Y esto, si me dejo llevar, me traslada de perspectiva. Sí. De pronto no estoy en las cosas, las cosas están en si mismas. Me sitúa en un lugar desde donde puedo ver, sin nitidez, como borroso, la historia de mi tiempo hacia atrás, y también mi tiempo hacia adelante. Lo que pasó, lo que pasará, como desde lejos, y además desde arriba.
Noto una sensación como de desapego temporal respecto a todo aquello en lo que me hallo implicada y ...de pronto me pregunto... “...si nada de esto importara, yo, ¿Qué querría?”...
Y me gusta mucho esto, porque de pronto todos los ingredientes que rodean mi trama personal se mueven libremente. Encuentro lo que me gustaría, como me gustaría vivir. Y desde luego me siento ensoñando...

El ensueño, la libre combinación de los ingredientes de mi trama vital, me hacen comparar lo que quiero o querría con que tengo, con lo que vivo, con lo que hago.
Noto que ya tengo algunas cosas. Algunas sensaciones del ensueño se corresponden con las que suelo sentir de forma cotidiana. Inesperadamente tengo más de lo que pensaba.
Y desde esta perspectiva noto claramente lo que no encaja, lo que no quiero o querría y noto, que podría estar tomando decisiones erróneas. También noto retos, lo que es importante que cambie, que sea diferente. Veo que algunas cosas podría pensármelas mejor, que podría obtener más de lo que quiero, si pongo atención…
Creo que todo esto es parte de construir dirección y crear disposición, antes de involucrarme directamente en lo que vendrá.

Lo interesante para mi está siendo notar que las etapas de tránsito, que a veces también parecen de no movimiento, de estancamiento, son interesentes para algo tan vital como ensoñar, curiosear, reflexionar y hallar asuntos interesantes relacionados con la posibilidad de crear algo mejor, generando además disposición de recursos respecto a las etapas por venir.
Vienen a mi mente situaciones de ensueño de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando realizamos tránsitos en tiempo real: en los recorridos cotidianos, como ir al trabajo, volver a casa. En el autobús, el tren, conduciendo, …. , mientras vas de un lugar a otro y el recorrido te resulta familiar… la mente se va… y estás en otra parte. Cuando llegas al lugar ni siquiera recuerdas el recorrido… y a veces tampoco donde estabas.
También acuden a mi mente algunos ejemplos de personas que, sin saberlo, ensueñan lo peor para ellas mismas. Mucho del miedo latente y a veces visceral e incompresible se genera a través de ensueños inconscientes, la mayoría de las veces basados en experiencias del pasado poco agradables, en muchas ocasiones mal interpretadas y que provocan un exceso de alerta en cuanto a las posibilidades futuras.
Ensoñar es hacer conscientes tus sueños. Es una actividad útil cuando sabes que estás soñando y cuando buscas en ello asuntos relacionados con lo que, independientemente de tu situación actual, serían tus deseos más profundos.
Entre otras cosas te ayuda a conocerte un poco más, notando, con curiosidad el libre circular de tu sentir más innato.
Y, de todas formas, al flirtear con las posibilidades futuras, algo que de vez en cuando me gusta hacer, es imaginar que no soy yo quien va hacia el futuro, sino que el futuro se mueve hacia mi. Esto me hace notar que hay mucho que puede pasar que no está en mi mano, como la inevitable llegada del Otoño. Y que al igual que el Otoño, eso, que es inevitable, pero no necesariamente malo, sino incluso, a veces todo lo contrario, hará algo conmigo. Así que no todo depende de mi.

Volveremos recargados, renovados… y con la mejor disposición para continuar con nuestro proyecto a partir del 25 de Septiembre...
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